domingo, 20 de enero de 2013

Muérdago




De tierra, fuego y lluvia
se alimenta el muérdago del tiempo
cuando mido, en la balanza exacta,
la ingrávida ceniza de su peso.


Como un ciego verdugo golpea
con su bastón el rincón olvidado,
el abyecto refugio,
la más remota esquina
de la tela de araña que nos teje.

 
Nos  envuelve  la niebla,
el frío de la burbuja de cristal, el manto
de escarcha de la noche
que nos salva del día que perece.

 
Somos frágiles barcas
flotando sobre un mar de corales
temerosos de que un leve resquicio
nos traspase y sin querer 
volvamos, otra vez, a hacernos daño.