lunes, 11 de noviembre de 2013

Kilómetro Cero


                                                                                       a  Carmina Casala



Desde el kilómetro cero
quiero abrazar la vida
sin nombres ni adjetivos
anónima de juicios
de verdades
del dogma del dolor
de decisiones
de alarmas y defensas que me callen.
 

Si la palabra salva
la invoco en la mañana que persigue
a la noche y niega su descanso.
La invoco en oración profunda
sobre un misal de estampas  derramadas.

 
La invoco en despiadado conjuro
para que me libere de la culpa:
“sacerdote que pueda concederme
la absolución de todos mis pecados”.


Si la palabra salva
la nombro como un rezo repetido
que llene de aire fresco mis pulmones
para  respirar desde otra boca
que me pronuncie absuelta y perdonada.

 

 

martes, 15 de octubre de 2013

Paria



De nada sirve volver a recordar
la larga retahíla de argumentos
que tan solo consiguen
dejar al aire la conciencia.
 
Ni que en legítima defensa
nos libere de culpa la barrera
de la franja enemiga que ocupamos.

Se trata de sentirnos victoriosos
en contiendas mil veces ensayadas
resguardados del frío de la lluvia
y de la ciega noche cuando caiga.
 
Sin embargo olvidamos que el único enemigo,
ése que levanta un muro de silencio
de sólida amalgama,
deambula por el día como un paria
sin extender la mano
y si acaso de noche -sonámbulo inconsciente-
se adueña de nosotros como animal hambriento
rebañando a escondidas
hasta  las sobras de los sueños.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 7 de abril de 2013

Así la tarde



Cuando la tarde desdeñosa
nos deja la urgencia del apremio
y el milagro de luz que la secunda
evita la amenaza de rompernos.


Cuando la tarde va por el pasillo
como un perro enjaulado
buscando la correa para que su amo
pueda sacarlo de paseo.

 
Cuando la tarde
se cuelga desde un puente con sus mejores galas
y en la puesta de sol, a la caída,
nos devuelve la secuencia que faltaba.

 
Cuando la tarde, al fin, 
irrumpe en el cobijo de su ocaso
y a pesar de la bruma nos rescata.

  
 
 
 
 

domingo, 3 de marzo de 2013

Mar adentro

 
 
 
                                                                                   "Yo solo quise
                                                                                                   creerme que era cierto este Horizonte
                                                                                                   para no morir del todo"
                                                                                                   (Carmina Casala)

                                                                                                    
Nadie va a abrirnos cicatrices
tejidas con la urdimbre del amianto.

 
Fuego y fragua fueron sus orígenes,
tatuaje de plomo cincelado con el pulso
del más puro artesano.
 
El tiempo ya se ocupa de olvidar
su profundo grabado
o el lívido desgaste de acuarela
del oro más preciado que la ensarta.

 
Nadie va a venir a cuestionarlas
cuando llegue a su fin la temporada
ni a acariciar las cuentas del rosario
que cierran bajo la piel sus heridas en falso.

 
Detrás de las compuertas
mar adentro
sobreviven los restos de una barca
como un ave fénix que ya indemne
resurgiera entre larvas de ceniza 
para surcar el desengaño.


 

 


domingo, 20 de enero de 2013

Muérdago




De tierra, fuego y lluvia
se alimenta el muérdago del tiempo
cuando mido, en la balanza exacta,
la ingrávida ceniza de su peso.


Como un ciego verdugo golpea
con su bastón el rincón olvidado,
el abyecto refugio,
la más remota esquina
de la tela de araña que nos teje.

 
Nos  envuelve  la niebla,
el frío de la burbuja de cristal, el manto
de escarcha de la noche
que nos salva del día que perece.

 
Somos frágiles barcas
flotando sobre un mar de corales
temerosos de que un leve resquicio
nos traspase y sin querer 
volvamos, otra vez, a hacernos daño.